miércoles, 31 de marzo de 2010

Silencio, hospital

Hay algo lindo en enfermarse. No es sólo la excusa para quedarse tirado en la cama por tres días, o comer porquerías -una vez más, tirado en la cama-, o ver horas y horas de películas malísimas entrelazadas con M.A.S.H., que la dan todos los días y la ves todos los días y te reís todas y cada una de las veces. Es mucho más que eso. Es la sensación a droga de sentirte un pelotudo que vuela y vuela. Mirar fijo la pantalla y sentir que los ojos te hacen un zoom para afuera y no entendés nada. Pero te encanta. El problema es cuando te tiran 3 tipos de pastillas distintas y 1 jarabe y te dicen "si las mezclás con alcohol te agarra una úlcera y te morís", "no podés fumar nunca más en el jamás de los jamases" o "tiene gusto a caballo rabioso, pero no hay forma de no sentirle el gusto" -hablando de gusto feo, que cosa horrible el café cuando lo dejás sobre la mesa un rato largo-. Por eso siempre prefiero las inyecciones: no tienen gusto, no duelen -contra todos los mitos- y capaz te la da una minita que está buena. No es mi caso en ninguna de las última dos: ayer una vieja pelotuda y mala onda me dio una inyección de corticoides. Primero, creo que me explotó una vena o algo así, pero estaba muy ocupado sufriendo para entender lo que me decía. Además la tarada no me encontraba la vena en el brazo -yo sé que no soy el tipo más venoso del mundo, pero sos enfermera mujer, se supone que tenés los trucos para esto- así que me inyectó en la muñeca. Después en el otro brazo, donde sí encontró la vena... y se hizo cargo de que fuera la sensación más dolorosa y traumática de toda mi vida. Si tienen pánico a los hospitales y esas boludeces, no dejen de leer, ya se acabó la descripción de agujas con puntas ensangrentadas y líquidos chorreando y tornos chirriando. Pero el problema a todo esto no es que me haya dolido horrores; es que mientras yo intentaba calmarme y respirar tranquilo después de llorar como una niña de 6 años en el dentista, la pelotuda me decía semejante estupidez como "no tendría que dolerte, en realidad el otro tendría que haberte dolido más". Yo me pregunto: ¿esta mujer, que ya está en sus 50s sino más, tendrá hijos? Y si los tiene, ¿los tratará con la misma crueldad asesina con que me trató a mí? Yo no soy el tipo más amistoso del mundo, pero si ves que a alguien que le acaban de clavar una aguja está llorando al grito de "me quema me quema", hasta a mí me sale decir "está bien, tranquilo, ya va a pasar, ¿querés un vaso de agua?"; en vez, la imbécil me preguntó cuántos años tenía con cara de "estás grande para esto, pelotudo".
Bueno, podría seguir horas puteando a esa mujer, pero no tiene sentido. Mejor voy a hacerla echar. Total tengo que ir de vuelta mañana. O puedo hacerle la vida imposible, como diría el TEG. El caso es que estos/as corticoides de mierda que me inyectaron producen insomnio, así que ya me vi Hulk, un par de series malísimas y a mi hermana durmiendo por 2 horas, y siguen siendo las 9 y media de la mañana. Encima, se me enfrió el café. Es todo culpa de esa enfermera. Decí que la doctora de verdad, la que terminó la carrera, estaba buena.
Peneführer.

1 comentario:

Anónimo dijo...

q raro q te hayan puesto una inyeccion de corticoides en el brazo..generalmente se pone en la cola =S
para mi q te cagaron che..jajaja


pd: soy la q siempre escribo..y si..soy mina