miércoles, 23 de diciembre de 2015

Dictador del pene

Las comillas son mortales
Este mes me tuvo a mal traer en lo que a producción cómico-literaria se refiere, pero aquí henos, un lunes como debe ser, y más específicamente en un nuevo aniversario deste blog. Otro lunes 21 de diciembre, allá por el 2009, empezaba este empedrado camino hacia la fama internacional como "El Peneführer"; seis años después y un artículo más flaco, puedo decir que no he echo un sólo centavo gracias a este blog, que he cogido gracias a este blog y que la fama me ha cambiado para mal.
Pero no puedo estar todo el post jugando con la nostalgia, la vida sigue. Sigue por ejemplo para el batero de Shaila, que lo aceptaron de vuelta en la casa nos anunció su cantante en medio de un recital. Yo que la mujer lo vuelvo a echar hasta que deje esa banda de mierda que además de ser una mierda anda contando sus intimidades en público. Si se preguntan por qué estaba en un recital de una banda a la que le tengo tanto afecto, es que eran soportes de NoFX, que se subieron al escenario y antes de tocar un sólo acorde nos trataron a todos de nazis en vísperas de la asunción de Mauri. Cuánta Cindor que le falta a Shaila para ser NoFX.
Peneführer.

¡Uy, qué papelón*! Me olvidé de publicar ésto en el día correcto y ahora es como un pedo de hace dos días, la nada nisman.
* LA palabra de este 2015 que nos deja.

viernes, 4 de diciembre de 2015

Fabulantástico

Voy a proceder a contarles la fábula del Perro con Botas.
El perro con botas fue otrora un perro común y corriente. Bueno, leal, tonto; esos adjetivos que le caben a los canes. Vivía en una casa con una familia que lo quería y lo cuidaba. Pero esta familia, los Thompson, vivían en Lago del Terror, un pueblucho de clima frío. Entonces, para cuidar al perro, le pusieron un pullover y unas botas, así no cogía el fresco. Y entonces el perro con botas murió de angustia porque ya no pudo correr.
La moraleja de la historia, que como toda buena fábula tiene una y como toda mala historia hay que explicarla, es que no vistas a tus mascotas, porque (además de quedar como un pelotudo) a ellas les gusta andar en pelotas. Igual que a vos, pero no hay reglas de la sociedad que se los impida.
¿O acaso la moraleja es que hay que vivir desnudos?
Lo dudo, porque justo hoy tuve una charla sobre "la gente que acepta mucho dinero a cambio de vivir en un lugar inhóspito como Tierra del Fuego".
Peneführer.