lunes, 15 de febrero de 2016

Historias de antaño

Voy a proceder a contarles una historia de la Dimensión Desconocida; aunque el único capítulo que vi en mi vida de esa serie era una versión moderna en la que George Constanza hacía de la muerte. Buen casting.
El año era 2007/8/9 (no 6/7/8); el mes, diciembre; el día, alrededor del 19 en el que cumple años una amiga. Por dicho cumpleaños fuimos a ver una banda amiga de ella que hacía covers de Aerosmith. El bar en cuestión se encontraba cito en el cruce de Lavalle y Córdoba, donde la avenida se divide en dos; sí, ahí, a la vuelta de Amérika y su pasillo a la dimensión desconocida que tan bien conocés. Yo no soy ningún fanático de Aerosmith y las bandas tributo me la bajan mucho, pero era gratis y quién no se sabe tres o cuatro temas de la máquina de hacer hits que es esa banda.
Cuestión que tocan los pibes y salimos a ver para qué lado soplaba el viento. Esa es una metáfora de fumar, como "acelerame el cáncer", aunque menos específica sobre el fumestible. En esa época fumábamos paraguayo, como buenos pobretones que viven con sus padres. Hace poco una piba me criticó por decirle paraguayo al paraguayo en vez de prensado. La corrección política no tiene límites.
Entonces. Como cualquiera que le guste... ejem... "socializar" sabrá, la mejor forma de comprobar la dirección del viento es una ronda con todos sus integrantes mirando al medio. En esa formación nos encontrábamos cuando vemos pasar entre todos muy rápidamente una sombra siguiendo un movimiento rectilíneo en dirección al suelo. Al seguirlo con la mirada pudimos observar lo que en algún momento supo ser un anco. Como 10 segundos después decidimos que efectivamente todos estábamos viendo lo mismo, que efectivamente el punto de impacto había sido mi pie derecho y que me dolía una banda.
Antes.
Después.
Yo no soy un físico de la gran ciudad universitaria, pero a mi entender la velocidad con la que un anco debe estrellarse contra mi pie para explotar es más que considerable; casi podríamos decir que debe ser arrojado. Usted pensará "te quisieron matar de un ancazo en la cabeza y le pifiaron, ¿qué tiene de raro? Este Peneführer es un llorica". Recuerde por favor la esquina en cuestión. Nosotros estábamos apostados sobre Lavalle a la altura que lo único que hay enfrente es la total extensión de Córdoba, ancha avenida (por si alguien necesita la aclaración). Detrás nuestro había una concesionaria de autos, por supuesto cerrada en el horario en que adolescentes mayores de edad van a ver bandas de mala muerte en tugurios de ídem índole. A los costados, negocios cerrados; ninguna casa, ningún edificio, ningún balcón. Nada. Es por ésto que después de años de discutir al respecto, nadie ha podido llegar a una conclusión más satisfactoria que la de que un anco se materializó en el aire unos metros por sobre nuestras cabezas con una aceleración incial considerable y, a pesar de ya gozar del atributo de "mágico", respetando las leyes de la gravedad.
¿Está relacionado este hecho con mi desagrado por los vegetales? En lo más mínimo, pero definitivamente no me he vuelto más amigo de las hortalizas. Increíblemente, la única planta que dio fruto en mi casa ha sido un anco. Bueno, esa y de las que consumíamos cuando sucedió todo el asunto.
Peneführer.

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