Lo que estás por leer no te va a volar la cabeza. Pero si lo hiciese, lo estarías leyendo con una propaganda gigante de Frábega en el medio

Ayer me desperté dándole un cabezazo a la cama. Me dolió. Mucho. Pero más allá del dolor, debo decir que es una gran manera de despertarse. Dormí un par de horas y me desperté con todo. Es cierto, me desperté pensando que tenía toda la cara llena de sangre, pero nunca salí de la cama tan rápido.

Hoy tengo un moretón en el ojo. Duele bastante. Y encima no es de los moretones sexis, que vienen las minitas corriendo a preguntarte qué te pasó y te hacen mimos y tenés una historia copada para contar. Es de los moretones que nada más se ven mirando muy de cerca; parece que me lo hice por hacerme un arito en la ceja con un alfiler de gancho.
Hoy estuve leyendo una nota sobre el Twitter en el NO. La nota era pésima, como podrá imaginar.
Nada, eso. Para hacer chistes sobre Twitter vayan a cualquier otro lado, yo soy más original que eso.
Bueno, mentira, pero ya hice el chiste de la revolución en Moldavia y no tengo idea de para qué sirve, así que no puedo joder mucho más. Siempre podré volver a la granjita del Facebook en busca de inspiración.
Aunque tampoco tengo mucha idea de para qué sirve Facebook. Tendría que actualizarme un poco en estas cosas. Un día voy a abrirme un par de cuentas de esas cosas a ver qué onda. Y me van a decir vendido, obvio. Pero quiero que recuerden quién tiene un iPhone que va a la vuelta a comprarte puchos mientras actualiza tu estado de Twitter y Facebook y quién sigue usando un cacho de plástico pegado con cintascotch -¿cómo se escribe?- que no apago porque a veces no se vuelve a prender. Así que vayan a cuidar a sus chanchitos virtuales mientras los invitan a fiestas que nunca van a poder pagar. ¿A nadie le molesta que Facebook te mande mails cada vez que alguien se tira un pedo?
Peneführer.