domingo, 26 de febrero de 2012

Tengo poderes mágicos. Así es como logré pasar la vida sin escuchar "La parte de adelante"

BASTA DE DECIR "SEGURO QUE NO LO ESCUCHASTE/LEÍSTE/VISTE/PROBASTE". Si fuese un prejuicioso te diría "no, la verdad que el peinado de Calamaro me hace asco, entonces encontré una forma de evitar todos sus temas durante los últimos 20 años". Pero no, no logré evitar a Calamaro, porque es IMPOSIBLE, así que sí, escuché a Calamaro y no me gusta. Y hay muchas otras cosas que no me gustan y a vos sí. ¿Querés decirme que soy un pelotudo? Con placer y orgullo, ya te diré lo mismo en algún momento. Al próximo que me diga que nunca escuché a Pez le voy a encajar una piña.
Nada más para demostrar que no soy prejuicioso vi la primera película de Crepúsculo. Sean prejuiciosos con eso, les conviene.
En un aparte muy aparte, acabo de inventar la quizás mejor analogía de la historia: los amigos con privilegios son como el pacto para sacar tarjeta del teg; dos personas (jugadores), en una situación de pocas chances de sacar tarjeta (poco sexo), eligen dejar un país con una sola ficha (amigo privilegiado) para poder atacarlo (cogérselo) cuando tengan que sacar tarjeta (estén cachondos). Lo más importante a tener en cuenta de esta analogía es que los amigos con privilegios son un placer para ambas partes del asunto, no es que la mina es una boluda que se deja usar por el chabón que la re hizo. Bueno, la re hizo, pero la mina también. Así que la próxima vez que un amigocho sexy les ofrezca sexo chicas, no lo rechacen porque "puede arruinar nuestra amistad", al contrario, acepten porque "puede ser un sexo magnífico". Y si no lo es, mala leche.
Peneführer.

P.D.: me avergüenzo de mí mismo por ese último chiste.

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