domingo, 16 de mayo de 2010

¿Y si me pagan cada vez que leen?

Tal parece que están empezando a olvidarme. Ya nadie firma; la vieja safará de los 100 comentarios. Mi único consuelo es que el bicho salió campeón. Pero como no soy del bicho realmente no me importa en lo más mínimo, así que me pongo triste porque mis sueños de vivir de Charlie Blog se me están frustrando. ¿No vieron cadena de favores? Ustedes tienen que decirle a tres amigos de esto y esos a tres más y así hasta que yo conozca a Helen Hunt, aunque en esa película estaba muy fea.
Todavía tengo comentarios que hacer sobre la feria del libro. Pasa que ahora que terminó ya no estoy con ese perpetuo mal humor. Me parece que no los voy a escribir. Igual hay uno que habla sobre el (bajo) nivel general en el habla argentina: recién al día 18 de feria un flaco me dijo "che boludo" y no me trato de señor. Y era un flaco grande -aunque parecía Fito Páez sin triunfar-, uno hubiese pensado que iba a ser un pendejo. ¿Qué le pasa a esta gente que me trata a mí, que claramente no tengo pinta de "disculpe señor", como si fuese un traje? Digan "che vieja", "ey loco" o "la cuenta, garcón", pero no quiero que nadie jamás me vuelva a decir "disculpe señor". Bueno, al final voy a usar otra de las anotaciones: si me preguntás algo y no te puedo responder, ¿"ah, ¿no sos de acá?" te parece la frase más atinada?
SI NO TRABAJO ACÁ NO TE HUBIESE RESPONDIDO ACERCA DE UN LIBRO QUE SE VENDE, PEDAZO DE PELOTUDA. Ahora parece más bien tonta la situación, pero pasaba cada diez minutos, todos los días. "Che, ¿tenés el último de un tipo que no se bien como se llama, algo de López, y no sé la editorial?", "no sé, preguntá en la caja", "ah, ¿no sos de acá?". No, no soy de acá. Simplemente me gusta sentarme en un banquito incómodo por ocho horas y responderle a los pelotudos.
Me acordé de cortar en un momento totalmente arbitrario e incómodo. También me acabo de dar cuenta que nunca volví sobre lo que, en un principio, sería la base del blog: porno digo baños. Justo el otro día charlaba con un amigo acerca de tapas de inodoro. Porque son un tema a simple vista insignificante, pero que representan una parte importante de nuestras vidas. Pasamos más tiempo cagando del que la mayoría está dispuesto a admitir. Sin embargo, el hombre ha sido incapaz hasta el día de la fecha de crear la tabla de inodoro suprema: o te cagás de frío, o se rompen fácil, o se hunden mucho, o se llenan de mierda como las felpuditas. Quizás para algunos es desagradable hablar al respecto. Pero alguien tiene que hacerlo; no podemos seguir viviendo como si sentarse en un cacho de cerámica helada en pleno invierno fuese una situación agradable. ¡Revolución! Tantos hombres dedicados a agrandar el pene cuando lo único que importa es poder cagar tranquilo. Eso, y desarrollar un desodorante de ambiente que no huela a bosque: yo quiero que mi baño huela a baño, no a Bambi.
Peneführer.

P.D.: tenía tres posibilidades para el chiste de hoy: uno intelectualoide, uno xenófobo y uno completamente delirante. Lo dudé durante varios minutos, reflexioné al respecto, y finalmente decidí que ustedes son demasiado inteligentes para entender cualquiera de los primeros dos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si supiese como se llaman los cositos que pasan rodando en el desierto (o en el lejano oeste), pondría su nombre.

Danielito