martes, 17 de marzo de 2015

No le ofrezcas nazis a mi Dios

Ayer por primera vez en mi vida gané un torneo. Jugué (sumé minutos en) tres partidos en una temporada de 16, pero para la estadística soy un campeón. CAMPEÓN. ¿Vos sos campeón? Yo soy campeón. Es un gran placer ser campeón. Seguramente está mucho mejor si fuera el artífice del asunto, pero de cualquier manera voy a venderme como "un jugador con mística". ¿Vos tenés mística? Yo tengo una estrella. Puedo pedir salario inflado en el equipo del ascenso al que me vaya, echado del campeón que tiene platita caliente para traerse unos que no terminan de pegarla en Europa y vienen a salir goleadores en Argentina para subirse el precio. Porque soy un campeón.
Por supuesto que además del boost moral para todos los involucrados, el campeonato trajo una mañana/tarde/noche de beber y cantar como niños. Niños grandes, peludos y ebrios; pero campeones.
Campeones como Ganesh, que es un elefante rosa con cuatro brazos que mata nazis. Los campeones sí usan drogas.
Peneführer.

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