Un típico día en la vida de un hincha

Hoy es miércoles, y hay fecha de fútbol. Eso nunca es bueno, porque aquellos de nosotros que conservamos nuestros trabajos a pesar de habernos peleado levantando mucho la voz con un encargado tenemos que salir corriendo del mismo, tomarse el 34 de punta a punta, llevar la camiseta del equipo en la mochila (porque está bueno ir con la camiseta a la cancha), no olvidarse el carnet, porque si no te vas a sentir un nabo; en fin, todo para que el partido sea una injusticia, te roben -el fútbol tendrían que jugarlo abogados, no deportistas-, que cuando salgas haya un montón de policías listos a cagarte a palazos a pesar de no haber público visitante, lo cual indigna a varios hinchas que quieren provocar pelea, son frenados por unos pocos mientras otros gritan "acá hay inocentes" -lo que te hace razonar que esos son culpables, pero nunca sabremos de qué... una vez más, abogados-... en fin, todo ¿para qué? Para tener que correr al bondi y volver a laburar.

Pero entre hinchas vestidos de saco y corbata, y el hambre de que el pati esté muy caro para el presupuesto del día, me di un lujo de esos que todos debieran darse: en el entretiempo del partido, me comí un Torpedo de frutilla. Sí, ya sé, a la mayoría le gusta más de limón, pero me pueden sobar la pija. El punto, además de que el Torpedo es genial, es que los heladeros de cancha están llenos de guita: ¿cuánto sale hacer un Torpedo? ¿20 centavos cada 50? Onda, es agua con colorante y saborizante, sobre un cacho de maderita. Te los regalaban a rolete antes. Ponele que el palitobombónhelado sale un poco más hacerlo, pero hasta ahí. A mí me lo cobran 8 pesos el Torpedo. Ni siquiera te parece caro, por eso lo comprás -es cierto, antes salía 50 centavos, pero es la cancha, la Coca sale 12 creo, está re bien 8 pesos el helado-. O sea que entre el fabricante y el heladero se quedan con $7.99 (y algo) por cada uno que venden. Y venden muchos. Los hinchas deben ser la gente que menos se ha enterado de las crisis.

Peneführer.