domingo, 8 de abril de 2012

Sobre Randall's

Resulta que a fines del año pasado estuve unos meses trabajando en un bar/restaurant de comida yanki, manejado por yankis, haciendo delivery en bici. Un trabajo de mierda, como se darán cuenta, salvo por tres asuntos que lo volvían más que práctico: primero, podía comer ahí; tuve que luchar por ese derecho, y sólo podía cuando estaba más de tantas horas seguidas, pero de última me hice amigo de la cocina y me llevaba mi paquetito de papas fritas todos los días. Segundo, no cobraba mal, tampoco bien, pero sobre todo me llevaba unos pesos por cada delivery hecho (me daban, no es que metía la mano en la lata). Todo esto estaba muy bien, a pesar de que tuve que luchar para conseguir estos maravillosos derechos del trabajador. Sin embargo, es el tercer asunto el que lo transformaba en un trabajo más que aceptable y el que nos atañe en este día y cada día: estaba en blanco. ¿Qué se entiende por estar en blanco? Estar inscripto en la AFIP, recibir comprobante de sueldo todos los meses y recibir aportes jubilatorios y de obra social. Estaba inscripto en la AFIP, hasta ahí estamos bien. ¿Comprobante de sueldo? Me hacían firmar un papelito todos los meses que decía que me habían dado la plata que me habían dado, fuera la que fuera, nunca me dieron uno que explicara por qué me la daban. ¿Aportes? Ah, el quid de la cuestión. No es que no me hayan pagado un aporte en la vida, he trabajado en negro, puedo vivir con ello. No es que me mientan reiteradas veces al preguntar al respecto. Más bien tiene algo que ver conque el hombre destinado a pagarlos haya decidido que era mucho mejor idea comprar un montón de merca y mandársela hasta terminar en el hospital. Y sin embargo, todavía no es el punto fuerte de mi enojo. Después de unos meses, reuniones de personal bastante subidas de tono y un día de pago que terminó con policías y sangre y denuncias, el dueño, por mail y culpando al personal, decide cerrar el local (lo cual a todos nos parece una idea acertada para un empresario, considerando que era un desastre). Pero decide cerrarlo a mitad de mes, debiéndonos plata a todos. Mucha plata.
BLABLABLA esto fue en noviembre, me siguen debiendo plata, etc etc. Pero lo que quería comentarles, ahora sí el éxtasis de mi estado de humor actual, es lo siguiente: http://www.clarin.com/ciudades/callejero-nuevo-Ciudad-atraer-turistas_0_677932341.html Allá por el anteúltimo párrafo se menciona a un tal Marc Randall, estadounidense que habita la Ciudad de Buenos Aires hace ocho años, también conocido como el forro de mi ex-empleador. O por lo menos el "encargado de mi terminación" según el otro forro de mi ex-empleador. Es decir, alguien que me debe para empezar a hablar $1500 pesos de horas trabajadas. Y si sale en Clarín, está claro que sigue residiendo en Palermo, porque sino no salís en Clarín. Y... ¡uy! ¡Mirá lo que encontré! ¡Su dirección! Qué casualidad, ¿no?
Creo que sería demasiado ilegal poner acá su dirección y que vayan a barriletearle la puerta, pero si me llaman puedo empezar a leer en voz alta la carta documento de despido que tengo pegada a la pared en la que dice que trabajé menos de 3 meses, a pesar de que trabajé 3 y medio (pero cómo comprobarlo, si no tengo recibos de sueldo) y, andá a saber, capaz se me chispotea decir que cierta persona vive en cierto barrio a cierta altura bastante cerca de plaza Serrano. Y capaz se me chispotea decir que si alguien logra humillarlo al punto de que salga en un diario soy capaz de darle un porcentual de lo que me deben. Y capaz se me chispotea firmar esto con nombre y apellido y mandárselo por mail a cierto ex-empleador. ¿Abogados? ¿Cuenta como amenaza? Creo que cualquier juez dejaría pasar forro en vistas de las circunstancias.
Agustín Alabarces, A.K.A. the Peneführer.

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